La necesidad de analizar algunas de las perspectivas del conocimiento científico-técnico en la sociedad actual se deriva de las consideraciones que a continuación se plantean. Después de la última Guerra Mundial el conocimiento científico-técnico imbricado cobra cada vez mayor relevancia en la sociedad contemporánea. Esta fusión, que dificulta establecer una de-limitación precisa entre ambos saberes, permite el avance de los procesos de invención, innovación y adaptación tecnológica. El gran efecto de estos procesos en las diversas actividades humanas (producción, organización y consumo) implica plantear que la sociedad del presente (y la del futuro) se están articulando a partir de estos conocimientos. Ahora más que nunca son replanteadas tesis tales como las que ligan de manera directa la información con el poder político o económico.
A partir de la revolución científico-técnica la producción y la distribución del conocimiento (concebido como parte de una inversión), se presentan con una importancia igual o mayor que la fabricación de bienes y servicios tangibles. Este situación se demuestra mediante la contratación creciente, por parte de las empresas innovadoras, de personal que tiene como actividades básicas generar y difundir información relativa, entre otros aspectos, a productos, procesos y materias primas.
Con esta orientación se configuran auténticas industrias del conocimiento. Es tal la importancia que se confiere al conocimiento especializado de alto nivel, que a la fecha la mayor parte de los gobiernos incluyen dentro de sus políticas, de manera implícita o explícita, la promoción de servicios científico-técnicos aplicados a la producción. Mediante estas políticas se persiguen, entre otros objetivos, reforzar el vínculo entre la investigación básica y la aplicada, así como sincronizar las actividades de investigación y desarrollo que se llevan a cabo en los organismos gubernamentales, en las universidades y en la industria.
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